Wen Tzu

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Lao Tse dijo: Los sabios no superan sus mentes, las personas ordinarias no superan sus deseos.

Las personas ideales actúan en el sano marco de la mente, las personas miserables actúan con maneras perversas.

Hay un marco de mente sana cuando se tiene una facilidad interior para acceder a la esencia, al tiempo que se actúa externamente de acuerdo con la justicia y se sigue a la razón, sin estar atado a las cosas.

Las maneras perversas constituyen una búsqueda progresiva de un gusto más rico, complacencia desenfrenada en el sonido y la forma, accesos de alegría y rabia, olvido de las consecuencias negativas.

La cordura y la perversidad se hieren recíprocamente, el deseo y la esencia se dañan entre sí.

No pueden permanecer juntos; cuando surge aquél, se desvanece ésta.

Por ello, los sabios reducen el deseo a seguir la esencia.

Al ojo le gusta la forma y el color, al oído le gusta el sonido, a la nariz le gusta la fragancia, a la boca le gusta el sabor.

En todos ellos está siempre asociado el beneficio y el perjuicio.

En lo que respecta a los deseos habituales, los oídos, los ojos, la nariz y la boca no saben qué querer; en cada caso es la mente la que controla todo esto, cada uno en su lugar.

Desde esta perspectiva, es claro que el deseo no puede ser superado.