Lao Tse dijo: Los reyes sabios de los antiguos tiempos obtenían imágenes del cielo en lo alto, obtenían medidas de la tierra abajo, y obtenían leyes de la humanidad en medio.
Armonizando las energías del yin y del yang para ponerse a tono con la estructura de las cuatro estaciones, observaban la disposición de la tierra, su humedad, fertilidad, y altura, para emprender empresas que produjeran bienes, liberarse de los problemas del hambre y del frío y evitar las calamidades de la enfermedad y de la epidemia.
Con una aceptación equilibrada del comportamiento social, formularon rituales y música, y practicaron las vías de la humanidad y la justicia para aportar orden a las normas sociales.
Disponiendo las diversas naturalezas, establecieron las relaciones primarias de padres e hijos para producir familias.
Escuchando la claridad y la opacidad de los sonidos y las matemáticas de las escalas musicales, establecieron los deberes de los gobernantes y de los ministros para producir naciones.
Observando las primeras, medias y últimas fases de las cuatro estaciones, definieron las divisiones entre viejos y jóvenes para producir oficios.
Dividiendo la tierra en territorios, definieron Estados para gobernarla.
Estableciendo importantes centros de aprendizaje, enseñaron todo esto.
Éstas son las líneas generales de gobierno.
Cuando alcanzan el Camino son promovidos, y cuando pierden el Camino son abandonados.
No ha habido nunca nada que tensase y nada que relajase, o que luchase, y que no haya sido estropeado.
Sólo los sabios pueden esforzarse sin echar a perder.
Cuando los sabios hicieron música por primera vez, fue para restaurar el espíritu, detener la vida licenciosa y devolver la mente celestial.
Cuando se hizo decadente, la música siguió tendencias sin reflexión, licenciosas y apasionadas, olvidando el camino justo.
Estas tendencias afectaron a las últimas celebraciones, hasta el punto incluso de destruir países.
Cuando se inventó la escritura, se empleó para manejar los asuntos; los tontos podían utilizarla para no olvidar las cosas, y los sabios podían utilizarla para registrar los acontecimientos.
Cuando degeneró, hizo falsedades traicioneras que podían liberar a los culpables y matar a los inocentes.
Cuando se inventaron los parques, era para los mausoleos y los templos; algunos caballeros y plebeyos fueron escogidos como guardias y guías.
Cuando degeneraron, tomaron el tiempo de la gente con cazas y cacerías, agotando su energía.
Cuando los gobernantes son sabios, guían y juzgan con justicia; personas sabias y honradas se ocupan del funcionariado, personas capacitadas y capaces se ocupan del trabajo.
La riqueza se distribuye hacia abajo, y todo el mundo es consciente de sus bendiciones.
Cuando degeneran, las camarillas y las facciones promueven cada una a sus compinches, sustituyendo el interés público por el privado.
Con personas de adentro y personas de afuera derrocándose entre sí, las posiciones de poder están ocupadas por los astutos y traicioneros, mientras que las personas virtuosas y sabias permanecen escondidas.
Es el Camino del universo regresar cuando ha llegado a un extremo; el aumento conduce a la disminución.
Por ello, los sabios cambian estructuras para remediar el deterioro; cuando algo se hace con ellos, ellos hacen más.
Son buenos cuando están en armonía, imperfectos cuando son autoritarios.
De acuerdo con el Camino de los sabios, es imposible permanecer sin cultivar la cortesía, la justicia y la conciencia.
Si el pueblo no tiene conciencia, no puede ser gobernado; si no conoce la cortesía y la justicia, las leyes no pueden corregirlo.
Es posible ejecutar lo no filial, pero no puede hacerse que el pueblo sea filial.
Es posible castigar a los ladrones, pero no es posible hacer que el pueblo sea honrado.
Cuando los reyes sabios son los que dirigen, muestran al pueblo lo que es bueno y lo que es malo, y lo guían sin censura ni halago.
Favorecen a quienes son virtuosos y los promueven, mientras que rebajan y degradan a quienes no son virtuosos.
Así, los castigos se apartan y no se utilizan; se practica la cortesía y la justicia, y se confía en las responsabilidades a los sabios y virtuosos.
A aquellas personas cuyo conocimiento sobrepasa el de diez mil personas se les llama extraordinarias; a aquellas cuyo conocimiento sobrepasa el de mil se les llama venerables.
Aquellas cuyo conocimiento sobrepasa el de cien personas se llaman excelentes; aquellas que sobrepasan el de diez se llaman notables.
Quienes entienden el Camino del cielo y de la tierra, comprenden las pautas de los sentimientos humanos, son suficientemente magnánimos para aceptar a las masas, suficientemente benevolentes para preocuparse por los que están lejos, y suficientemente inteligentes para conocer el uso de la estrategia; son personas extraordinarias.
Aquellos cuya virtud es suficiente para educar y guiar, cuya conducta es suficiente para que dependa de ellos la justicia, cuya confiabilidad es suficiente para ganar a las masas, y cuya iluminación es suficiente para ser consciente de los que están abajo, son personas venerables.
Aquellos cuya conducta puede ser tomada como modelo, cuyo conocimiento es adecuado para esclarecer las dudas, en los que se puede confiar suficientemente para que mantengan sus promesas, que son suficientemente honrados para compartir los bienes materiales, cuya manera de hacer las cosas puede ser tomada como ejemplo, y cuyas palabras pueden ser tomadas como guías, son personas excelentes.
Aquellos que se dedican a sus trabajos y no los dejan, que no entablan pleitos, que no intentan escapar cuando ven las dificultades, y que no intentan agarrar una ventaja cuando la ven, son personas excepcionales.
Cuando las personas extraordinarias, venerables, excelentes y excepcionales manejan cada una su propia posición de acuerdo con su mayor y menor capacidad, fluyendo desde la raíz hasta las ramas, regulando la luz por el cielo, los que están arriba inician la acción y los que están abajo se armonizan, y todo en los cuatro mares tiene una sola mente, con la misma meta, apartándose de la codicia y de la bajeza, y dirigiéndose hacia la humanidad y la justicia.
La influencia que esto tiene sobre el pueblo es como el viento que hace que se incline la hierba.
Ahora bien si se tiene una ley que no es válida rigiendo a las personas virtuosas, incluso sanciones estrictas no pueden entonces impedir su traición.
Lo pequeño no puede regular lo grande, lo débil no puede emplear a lo fuerte.
Ésta es la naturaleza del universo.
Así, los sabios promueven a las personas sensatas para hacer que las cosas se hagan, mientras que los gobernantes sin valor promueven a sus propios aliados: observa a quién promueven, y será diáfano si habrá orden o desorden; examina sus alianzas, y podrás decir quién es sensato y quién carece de valía.