Wen Tzu

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Lao Tse dijo: El Camino del cielo y de la tierra está basado en la virtud; el Camino les proporciona dirección, y los seres se enderezan por ello.

Es extremamente sutil y muy interno: no es estimado a cuenta de las cosas, así no depende del logro social, no considera honorable la jerarquía, no necesita fama para ser distinguido, no necesita el ritual para ser tipificado, y no requiere armamentos para ser poderoso.

Por ello, el Camino se establece sin coacción, la iluminación es perceptiva sin ser invasiva.

Que el Camino se establezca sin coacción significa que no usurpa las capacidades de la gente; que la iluminación sea perceptiva sin ser invasiva significa que no interfiere en las cosas que emprende.

La coacción es contraria a la virtud y es perjudicial para los seres.

Por ello, como los fenómenos naturales discurren por el mismo curso pero tienen diferentes patrones, y como miríadas de seres tienen los mismos sentimientos pero diferentes formas, los sabios no intentan coaccionarse unos a otros y las personas de talento no adquieren obligaciones recíprocas.

Así pues, los sabios establecen las leyes para guiar los corazones de las personas, induciéndolas a ser auténticas consigo mismas; por ello, el vivir no posee gratitud y el morir no tiene resentimiento.

El universo no es humano; convierte a todos los seres en perros de paja.

Los sabios no son humanos; consideran a las personas como perros de paja.

La bondad, la compasión, la humanidad y el deber constituyen un sendero corto y estrecho: quienes recorren una gran distancia por un sendero corto se pierden cuando entran en un terreno más amplio.

Uno entra por el Camino de los sabios en la vastedad sin perderse, y viaja lejos sin confundirse.

Estar siempre vacío y mantenerse reservado puede considerarse su consumación; a esto se llama virtud natural.