Cuando el gobernante es discreto, el pueblo es simple y feliz.
Cuando el gobernante es perspicaz, el pueblo es astuto e infeliz.
La desdicha es lo que la dicha presiona, la dicha es lo que la desdicha esconde.
¿Quién puede conocer el final definitivo de este proceso? ¿Acaso no existe una norma de justicia? Pero lo que es normal pronto se convierte en anormal, y lo que es propicio pronto se vuelve de mal augurio; durante mucho tiempo ha estado la gente en un dilema.
Por ello, el Sabio cuadra las cosas sin cortar, esculpe sin desfigurar, endereza sin forzar, y esclarece sin deslumbrar.