El Tao nunca lleva a cabo ninguna acción, pero no deja nada por hacer.
Si un gobernante puede atenerse a él, todas las cosas se desarrollan por sí mismas.
Cuando se han desarrollado y tienden a agitarse, es tiempo de mantenerlas en su lugar con la ayuda de la innombrable Simplicidad Primordial; sólo ella puede moderar los deseos humanos.
Cuando los deseos humanos son moderados, se produce la paz, y el mundo se armoniza por su propio acuerdo.