Lo que ha de ser al final contraído, tiene que ser primero dilatado.
Lo que ha de ser al final debilitado, tiene que ser primero fortalecido.
Lo que ha de ser al final desechado, comienza por ser primero ensalzado.
Lo que ha de ser al final despojado, comienza primero por ser dotado.
Aquí radica la sutil sabiduría de la vida: Lo blando y lo débil triunfa sobre lo duro y lo fuerte.
Lo mismo que el pez no debe abandonar las profundidades, el gobernante no debe mostrar sus armas.