Quien se mantiene de puntillas no puede sostenerse.
Quien se sostiene a horcajadas no puede caminar.
Quien se exhibe a sí mismo no brilla.
Quien se justifica a sí mismo no obtiene honores.
Quien ensalza sus propias capacidades no tiene mérito.
Quien alaba sus propios logros no permanece.
En el Tao, estas cosas se llaman “alimento no deseado y tumores molestos”, que son abominados por todos los seres.
Por ello, el hombre del Tao no pone en ellos su corazón.