Había Algo indefinido pero completo en sí mismo, nacido antes de Cielo-y-Tierra.
Silencioso e ilimitado, único e inmutable, aunque impregnándolo todo sin excepción, puede considerarse como la Madre del mundo.
No conozco su nombre; lo denomino “Tao” y, a falta de mejor palabra, lo llamo “Lo Grande”.
Ser grande es proseguir, proseguir es ir lejos, ir lejos es retornar.
Por ello, “el Tao es grande, el Cielo es grande, la Tierra es grande, el rey es grande”.
Así, el rey es uno de los cuatro grandes del Universo.
El hombre se guía por las leyes de la Tierra.
La Tierra se guía por las leyes del Cielo, el Cielo se guía por las leyes del Tao, el Tao se guía por sus propias leyes.