Wen Tzu

«  72  »

Cuando Wen-tzu preguntó acerca del Camino, Lao Tse dijo: Si no estudias sinceramente, no escucharás el Camino en profundidad.

Escuchar es portar la sabiduría, alimentar la acción y atraer logros y honor.

Si no es sincero, no es claro, ni profundo, ni eficaz; así, el aprendizaje más elevado implica escuchar con el espíritu, el verdadero aprendizaje implica escuchar con la mente, el aprendizaje inferior implica escuchar con el oído.

El aprendizaje de aquellos que escuchan con sus oídos está en la superficie de su piel.

El aprendizaje de aquellos que escuchan con sus mentes está en su carne y en sus músculos.

El aprendizaje de aquellos que escuchan con su espíritu está en sus huesos y en su médula.

Así, cuando no escuchas profundamente algo, no lo puedes conocer con claridad; cuando no lo conoces con claridad, no puedes sumergirte en su esencia, y cuando no puedes sumergirte en su esencia, no puedes perfeccionar su práctica.

Los principios generales para escuchar son vaciar la mente de manera que esté clara y en calma: abandona los estados de humor y no estés lleno de ellos, no tengas pensamientos ni les des vueltas.

No dejes que los ojos miren al azar, no dejes que los oídos escuchen al azar.

Concentra la vitalidad de la mente de manera que ésta se refuerce y la atención interna se consolide plenamente.

Una vez que lo hayas obtenido, debes estabilizarlo y preservarlo, tienes que extenderla y perpetuarla.

Lo que produce originalmente el Camino tiene un comienzo.

Empieza con debilidad y se desarrolla en fuerza, comienza con algo pequeño y se desarrolla en algo grande.

Un árbol gigante empieza como un brote, un gran edificio comienza desde la base.

Este es el Camino de la Naturaleza.

Los sabios emulan esto, rebajándose a sí mismos con humildad, retirándose para ponerse a sí mismos los últimos, minimizándose mediante la frugalidad, y disminuyéndose mediante el desapego.

Siendo humildes, son honrados; retirándose, preceden; siendo frugales, son amplios; siendo menores, se convierten en grandes.

Esto se realiza mediante el Camino de la Naturaleza.

El Camino es la base de la virtud, la raíz del cielo, la puerta de la fortuna.

Todos los seres dependen de él para la vida, crecimiento y estabilidad.

El Camino no tiene artificio ni forma: internamente puede ser usado para cultivarse a sí mismo, externamente puede ser utilizado para gobernar a la humanidad.

Cuando se realiza en la práctica y se establece de hecho, somos vecinos del Cielo.

No planea nada, pero no hay nada que quede sin hacer; nadie conoce su estado, nadie conoce su realidad, pero hay verdad en él.

Cuando los emperadores tienen el Camino, todos en sus dominios les son obedientes, y mantienen la tierra y su productividad por largo tiempo.

Cuando los gobernantes locales tienen el Camino, sus pueblos viven juntos felizmente, y no pierden sus Estados.

Cuando la gente de bien y las masas tienen el Camino, se preservan a sí mismos y protegen a sus padres.

Cuando el fuerte y el grande tienen el Camino, son victoriosos sin guerrear.

Cuando el pequeño y el débil tienen el Camino, consiguen el éxito sin pelear.

Cuando las cosas que se emprenden tienen el Camino, su finalización tiene una buena fortuna.

Cuando gobernantes y ministros tienen el Camino, son fieles y benevolentes.

Cuando padres e hijos tienen el Camino, son amables y devotos.

Cuando la gente de bien y los campesinos tienen el Camino, se aman entre sí.

Así, con el Camino hay armonía, sin el Camino hay crueldad.

Desde este punto de vista, el Camino es beneficioso para las personas en todas partes.

Si se practica el Camino un poco, se obtiene un poco de buena fortuna.

Si se practica el Camino en un mayor grado, se obtiene mejor fortuna.

Si se practicase el Camino hasta el máximo, todo el mundo lo seguiría, lo absorbería y lo tomaría a pecho.

Por ello, los emperadores son aquellos a quienes todos en la tierra recurren, los reyes son aquellos a quienes todos en la tierra acuden.

Si todo el mundo en la tierra no recurriese ni acudiese a ellos, no podrían ser llamados emperadores o reyes.

Por ello, los emperadores y los reyes no pueden establecerse sin pueblos.

E incluso si ganan al pueblo, y pierden el Camino, no pueden conservarlo.

Ejemplos de pérdida del Camino son la extravagancia, la complacencia, el desenfreno, el orgullo, la atención a lo extraño, la autoexhibición, la autovanagloria, la competitividad, el recurso a la fuerza, el causar problemas, el alimentar rencores, el convertirse en comandantes de los ejércitos, y en convertirse en dirigentes de las rebeliones.

Cuando las personas de miras estrechas hacen estas cosas, sufren personalmente grandes calamidades.

Cuando las personas elevadas hacen estas cosas, sus países perecen.

En los mejores casos afecta a la persona, en los peores afecta a las generaciones futuras; ningún crimen es mayor que la ausencia del Camino, ninguna amargura es más profunda que la ausencia de la virtud.

Tal es el Camino de la Naturaleza.