Lao Tse dijo: Quienes son conocidas como verdaderas personas, están unidas esencialmente al Camino, así tienen talentos aunque aparentemente no tengan ninguno; están llenos aunque aparentemente estén vacíos.
Gobiernan lo interno, no lo externo.
Claros y puros, esencialmente llanos, no planifican artificios, sino que retornan a la simplicidad.
Abarcando lo fundamental, aceptando el espíritu, vagan de este modo por las raíces del cielo y de la tierra, caminan más allá del polvo y de la suciedad, y viajan para trabajar en la no implicación.
La inteligencia mecánica no carga sus mentes; observan lo que no es temporal y las cosas no les alteran.
Observando la evolución de los acontecimientos, se mantienen en la fuente.
Su atención está enfocada en lo interno, y entienden la calamidad y la fortuna en el contexto de la unidad.
Se sientan sin conciencia de hacer cosa alguna, caminan inconscientes de ir hacia algún lado.
Saben sin aprender, ven sin mirar, logran metas sin esforzarse, disciernen sin comparar.
Responden al sentimiento, actúan cuando están presionados, y se ponen en marcha cuando no hay elección, como el brillo de la luz, como la formación de una sombra.
Toman el Camino como su guía; cuando hay alguna oposición, permanecen vacíos y abiertos, claros y tranquilos, y entonces desaparecen.
Consideran mil vidas como una evolución, contemplan mil diferencias como procedentes de una sola fuente.
Tienen vitalidad pero no la explotan; tienen espíritu pero no lo hacen trabajar.
Se mantienen en la simplicidad de la totalidad y permanecen en el centro de la quintaesencia.
Su sueño es sin sueños, su conocimiento no tiene huellas, su acción es sin forma, su tranquilidad no tiene cuerpo.
Cuando están presentes, es como si estuvieran ausentes; están vivos, pero son como si estuvieran muertos.
Pueden aparecer y desaparecer instantáneamente y emplear espectros y espíritus.
Las capacidades de la vitalidad y del espíritu los elevan al Camino, haciendo que la vitalidad y el espíritu se expandan al máximo de su eficacia sin perder la fuente.
Día y noche, sin solución de continuidad, son como la primavera para revivir a los seres.
Esto es armonizador y produce las estaciones en el corazón.
Así pues, el cuerpo físico puede desaparecer, pero el espíritu no cambia.
Utiliza lo que no cambia para responder a los cambios, y no habrá nunca ningún límite.
Lo que cambia regresa a lo que no tiene forma, mientras que lo que no cambia vive unido al universo.
Así, lo que da luz a la vida ello mismo no ha nacido; lo que da a luz es lo que ha nacido.
Lo que produce cambio no cambia; lo cambiado es lo que cambia; aquí es por donde las personas auténticas vagan, el sendero de la pura quintaesencia.