Wen Tzu

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Lao Tse dijo: Quienes practicaban antaño el Camino, ordenaban sus sentimientos y su naturaleza y gobernaban sus funciones mentales, alimentándolas con armonía y conservándolas proporcionadamente.

Disfrutando del Camino, olvidaban la humilde condición; seguros en la Virtud, olvidaban la pobreza.

Existía lo que por naturaleza no querían, y como no tenían deseo de ello no les llegaba.

Existía aquello de lo que sus corazones no disfrutaban, y como no disfrutaban de ello no lo hacían.

A cualquier cosa que no beneficiase la naturaleza esencial no le permitían debilitar la virtud; a cualquier cosa que no tuviera una ventaja para la vida no le permitían perturbar la armonía.

No se permitían a sí mismos actuar o pensar de manera arbitraria, de manera que sus pautas podían ser consideradas como modelos para el mundo entero.

Comían de acuerdo con la capacidad de sus vientres, se vestían según la necesidad de sus cuerpos, vivían en espacios suficientes que se ajustase a ellos, y actuaban de acuerdo con su verdadera condición.

Consideraban el mundo como algo extraordinario, y así no intentaban poseerlo; dejaban a cada uno y a cada cosa en sí mismos y no buscaban provecho.

¿Cómo podían perder su vida esencial a causa de la pobreza o de la riqueza, de la alta o baja condición social? Quienes son así pueden ser llamados capaces de entender y encarnar el Camino.