Lao Tse dijo: Los dirigentes iluminados de los antiguos tiempos limitaban lo que tomaban de sus subditos y eran moderados en su propia manera de vivir.
Antes de tomar nada aseguraban las rentas anuales: midiendo lo almacenado por el pueblo, cobraban impuestos sólo después de determinar si había excedentes o déficit.
De esta forma, podían participar de lo que recibían del cielo y la tierra, y evitar las pesadumbres del hambre y del frío.
Su compasión por el pueblo era tal que no condimentaban sus propios alimentos si existia algún hambriento en el país, y no llevaban prendas de cuero si había gente que pasaba frío.
Compartían los mismos dolores y alegrías que el pueblo, por tanto, no había menesterosos en el país.
Los gobernantes ignorantes no son así: toman del pueblo sin calcular su fuerza, buscan obtener de sus subditos sin medir sus graneros.
Hombres y mujeres no pueden atender a su arar y a su tejer, porque tienen que satisfacer las demandas de los gobernantes; sobre -explotada su fuerza y agotada su riqueza, cada mañana están inseguros de poder sobrevivir ese día.
Los gobernantes y sus subditos se odian entre sí.
La vida humana es de tal manera que si un hombre no cultiva más de media hectárea y cosecha no más de dos quintales de grano, entonces su familia puede comer.
Si viene un mal año y no hay nada que dar al gobierno, entonces un dirigente humano será compasivo.
Si gobernantes codiciosos y señores crueles sangran a sus subditos para satisfacer sus propios deseos sin fin, entonces la gente corriente no comparte la armonía del cielo y las bendiciones de la tierra.