Lao Tse dijo: El alimento es la base del pueblo, el pueblo constituye los cimientos de la nación.
Por ello, los dirigentes humanos se ajustan a las estaciones de los cielos arriba, se conforman a las pautas de la tierra abajo, y emplean las fuerzas de la humanidad en medio.
De esta manera, miríadas de seres crecen y proliferan.
En primavera se bajan los árboles muertos, en verano se recolectan las frutas, en otoño se almacenan las nueces, y en invierno se junta la leña.
Estas cosas sirven para el mantenimiento de las personas, para que sus necesidades no queden sin cubrir y así no se derrumben y mueran.
Existen leyes de antiguos reyes para no rodear a las manadas y capturar a los animales adultos, no vaciar los estanques para pescar, y no quemar los bosques para cazar al ciervo.
Antes de que llegaran las estaciones adecuadas, no se debían de tender trampas en la naturaleza y no se debían extender redes en el agua.
No debían cortarse árboles antes de la caída de las hojas, y los campos no debían quemarse antes de que los insectos se pusieran a invernar.
No debían matarse animales preñados, no debían buscarse huevos, no podían pescarse peces de menos de treinta centímetros de largo, no debían comerse animales domésticos de menos de un año.
De este modo, el crecimiento de todas las criaturas era como el vapor saliendo sin interrupción.
Ésta es la manera en que los reyes de antaño se adaptaban a las estaciones, cultivaban la plenitud, enriquecían sus países, y beneficiaban a su pueblo.
Este modo de actuar no es visto por los ojos ni caminado con los pies; si quieres beneficiar al pueblo, no olvides el corazón, y el pueblo estará satisfecho de manera natural.