El Sabio no tiene intereses propios, pero hace suyos los intereses de la gente.
Es bondadoso con los que son bondadosos; también es bondadoso con quienes no lo son: Pues la Virtud es bondadosa; también confía en los que no merecen confianza: Pues la Virtud es confiada.
En medio del mundo, el Sabio es tímido y modesto.
En beneficio del mundo, mantiene su corazón en su estado impreciso.
Todo el mundo esfuerza sus ojos y oídos: el Sabio sólo sonríe como un niño divertido.