Renuncia a la sabiduría, abandona el ingenio, y la gente saldrá ganando con creces.
Renuncia a la benevolencia, abandona la justicia, y la gente volverá a sus sentimientos naturales.
Renuncia a la astucia, a bandona la agudeza, y los ladrones y malhechores dejarán de existir.
Éstos son los tres surcos del Tao, y no son suficientes en sí mismos.
Por ello, han de subordinarse a un Principio superior: ¡Ve lo Simple y abraza lo Primordial ¡Disminuye el yo y modera los deseos!