No te ocupes de rendir culto a deidades e instituciones religiosas como fuente de la verdad sutil.
Hacer esto es colocar intermediarios entre ti mismo y lo divino y convertirte en un mendigo que busca afuera un tesoro que está escondido en el interior de su propio corazón.
Si quieres rendir culto al Tao, descúbrelo primero en tu propio corazón.
Entonces tu culto tendrá sentido.