Lao Tse dijo: La clara serenidad y la alegre armonía constituyen la esencia humana; las pautas comunes y las líneas directrices regulan los asuntos.
Cuando se conoce la esencia humana, uno se desarrolla de manera espontánea sin violarla; cuando se sabe cómo regular los asuntos, las propias acciones no son caóticas.
Proporcionar una orden que se dispersa sin cesar, unificando todo a través del órgano, a esto se llama corazón.
Ver la raíz y con ello conocer las ramas, atenerse a lo uno y con ello responder a lo múltiple, a esto se llama arte.
Conocer la razón por la que estás viviendo donde estás, saber adonde vas cuando vas a algún lado, saber de lo que dependes cuando trabajas, y saber dónde detenerse cuando actúas, a esto se llama el Camino.
Lo que hace que otros te elogien y alaben como espíritu elevado y sabio es poder mental.
Lo que hace que otros te desprecien y te rechacen es error mental.
Cuando las palabras han salido de la boca, no puede retenerse en los demás.
No puede impedirse que las acciones que fueron iniciadas al alcance de la mano lleguen lejos.
Las obras son arduas de realizar y fáciles de frustrar; la fama es difícil de ganar y fácil de ser olvidada.
Todas las personas ordinarias ponen de relieve las pequeñas injurias y descuidan las cosas sutiles, hasta que llegan a los grandes problemas.
Cuando llega el desastre, son las mismas personas quienes lo han producido.
Cuando llega la fortuna, son las mismas personas quienes la perfeccionan.
La desgracia y la fortuna llegan por la misma puerta, el beneficio y la pérdida pertenecen al mismo vecindario.
A menos que uno esté completamente claro, no es posible distinguirlas.
El conocimiento y el pensamiento son la puerta de la calamidad y de la fortuna, la actividad y la calma son el pivote de la ganancia y de la pérdida.
Es imperativo vigilar atentamente.