Tal vez, la Ley del Cielo pueda compararse al estiramiento de un arco.
La parte da arriba se hunde y la de abajo se eleva.
Si la cuerda del arco es demasiado larga, se corta; si es demasiado corta, se añade.
La Ley del Cielo disminuye lo excesivo y completa lo insuficiente.
La ley del hombre es diferente: toma de lo insuficiente para aportarlo a lo excesivo.
¿Quién excepto el hombre del Tao puede poner sus riquezas sobrantes al servicio del mundo? Por ello, el Sabio efectúa su trabajo sin acumular nada, y realiza su labor sin aferrarse a ella.
No quiere que sus méritos sean vistos.